Gracias a Dios es viernes… Ya vienen mis vacaciones… Que felicidad que hoy no hay trabajo… Sin duda alguna, estas frases las han escuchado y muy probablemente las han dicho en alguna ocasión.
Si hasta hace poco tiempo se había pensado que la felicidad era una opción en el éxito empresarial, ahora se ha convertido en necesaria.
La felicidad de los empleados favorece el negocio. Hasta hace unos años, en el ambiente empresarial se hablaba de las satisfacciones. Hoy se discute de la necesidad de contratar a un nuevo directivo en la empresa, el CEO de la felicidad. Para comerse el mercado se necesita gente apasionada, que disfrute de su trabajo y se convierta en experta en lo suyo.
Curiosamente, la motivación no depende solamente del dinero. Las formas en las que un empleado permanece contento son muy diferentes de persona a persona. Los jóvenes son más felices cuando están revolucionados, y la gente mayor, cuando se siente en paz y tranquila.
El éxito de una organización proviene de la combinación de tres elementos: conocimiento, habilidad y actitud, pero el factor clave es la actitud. La razón es sencilla: el conocimiento y la habilidad no sirven de mucho si no se cuenta con una actitud correcta. En cambio, una actitud correcta nos puede ayudar a obtener los conocimientos y las habilidades que necesitamos.
Si queremos empresas y colaboradores felices, creemos modelos organizacionales que exijan a las personas dar lo mejor de sí, no creemos modelos paternalistas que en medio de la sobreprotección solo logran premiar a los mediocres y aburrir a los que verdaderamente tienen potencial.
Hay empresas que consideran que la felicidad consiste en poner una mesa de pin pon o en dar comida gratis, pero al final los empleados siguen con la misma jornada interminable y con la misma jerarquía de trabajo. Escuchar a las personas, valorarlas, dejarlos participar, es igual de poderoso que pagar bien. No tengamos modelos basados en el miedo en los que se pasa la cuenta de cobro al cometer errores, sino antes bien, encarguémonos de enamorar a nuestros empleados, así como queremos hacerlo con nuestros clientes.
Hay tener en cuenta que la satisfacción laboral puede que no sea para siempre, ya que las personas igual que los puestos de trabajo, evolucionan. La base para que sea sostenible y verdadera es reinventar cada día nuestro puesto de trabajo. Aquí las expectativas son clave, las que son irreales o exageradas implican infelicidad.
Si entendemos la felicidad en el trabajo como un estado en el que las personas satisfacen sus necesidades y desarrollan al mismo tiempo sus capacidades, la motivación laboral es el camino a seguir. Otro de los pilares es la flexibilidad en el horario, con días extra de vacaciones cuando alguien ha trabajado más horas de las estipuladas y creando un buen ambiente de trabajo con espacios para conectar con los compañeros y potenciar la comunicación entre trabajadores y departamentos.
Las empresas felices están orgullosas de lo que hacen. Sus colaboradores comparten ese orgullo. Se sienten parte de algo importante. Las empresas felices se unen e identifican como equipo. Cuidan mucho su identidad corporativa y su proyección social.
Concluyamos con una pequeña historia: en la antigua Grecia estaba un picapedrero haciendo su trabajo picando piedra, a pleno sol, medio asfixiado ya que era el mes de agosto, cuando pasaron por allí cerca paseando una pareja que comentó lo duro del trabajo de picapedrero, y lo mal que lo estaba pasando el buen hombre; el picapedrero, que les oyó, les dijo: señores, están equivocados, no se compadezcan de mí, ya que yo no estoy picando piedra, yo lo que estoy haciendo es el Partenón.
«La recompensa no está en la meta, sino en el goce del camino”.
¿Quién es nuestro experto?
Supply Chain Manager en National Oilwell Varco
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